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No comas pan con el de malas intenciones ni codicies sus manjares delicados;
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porque cual es su pensamiento en su mente, tal es él: “Come y bebe”, te dirá; pero su corazón no está contigo.
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Vomitarás tu parte que comiste y echarás a perder tus suaves palabras.
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No hables a oídos del necio, porque despreciará la prudencia de tus palabras.
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No cambies de lugar el lindero antiguo ni entres en los campos de los huérfanos.
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Porque su Redentor es fuerte; él defenderá contra ti la causa de ellos.
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Aplica tu corazón a la enseñanza y tus oídos a las palabras del conocimiento.
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No rehúses corregir al muchacho; si lo castigas con vara no morirá.
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Tú lo castigarás con vara y librarás su alma del Seol.
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Hijo mío, si tu corazón es sabio también a mí se me alegrará el corazón.
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Mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen cosas rectas.
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No tenga tu corazón envidia de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor del SEÑOR.
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Porque ciertamente hay un porvenir, y tu esperanza no será frustrada.
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Escucha tú, hijo mío, y sé sabio; endereza tu corazón en el camino.
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No estés con los bebedores de vino ni con los comilones de carne.