-
Come, hijo mío, de la miel, porque es buena; y del panal que es dulce a tu paladar.
-
Así será el conocimiento de la sabiduría para tu alma. Si la hallas, habrá un porvenir, y tu esperanza no será frustrada.
-
Oh impío, no aceches la morada del justo ni destruyas su lugar de reposo;
-
porque siete veces cae el justo y se vuelve a levantar, pero los impíos tropezarán en el mal.
-
No te alegres cuando caiga tu enemigo; y cuando tropiece no se regocije tu corazón,
-
no sea que lo vea el SEÑOR y le desagrade, y aparte de él su enojo.
-
No te enfurezcas a causa de los malhechores ni tengas envidia de los impíos;
-
porque no habrá un buen porvenir para el malo, y la lámpara de los impíos será apagada.
-
Hijo mío, teme al SEÑOR y al rey, y no te asocies con los inestables.
-
Porque su calamidad surgirá de repente, y el castigo que procede de ambos, ¡quién lo puede saber!
Continúa después de la publicidad