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Es gloria de Dios ocultar una cosa, y es gloria del rey escudriñarla.
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La altura de los cielos, la profundidad de la tierra y el corazón de los reyes son inescrutables.
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Quita las escorias de la plata, y saldrá un objeto para el fundidor.
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Quita al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará con justicia.
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No te vanaglories delante del rey ni te entremetas en el lugar de los grandes;
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porque mejor es que se te diga: “Sube acá”, antes que seas humillado delante del noble. Cuando tus ojos hayan visto algo,
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no entres apresuradamente en pleito. Porque, ¿qué más harás al final cuando tu prójimo te haya avergonzado?
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Discute tu causa con tu prójimo y no des a conocer el secreto de otro.
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No sea que te deshonre el que te oye, y tu infamia no pueda ser reparada.
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Manzana de oro con adornos de plata es la palabra dicha oportunamente.
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Como zarcillo de oro y joya de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
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Como el frescor de la nieve en tiempo de siega es el mensajero fiel a los que lo envían, pues da refrigerio al alma de su señor.
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Como nubes y vientos sin lluvia, así es el hombre que se jacta de un regalo que al fin no da.
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Con larga paciencia se persuade al jefe, y la lengua blanda quebranta los huesos.
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¿Hallaste miel? Come solo lo suficiente, no sea que te hartes de ella y la vomites.
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Detén tu pie de la casa de tu vecino, no sea que se harte de ti y te aborrezca.
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Mazo, espada y flecha dentada es el hombre que da falso testimonio contra su prójimo.
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Diente quebrado y pie que resbala es la confianza en el traicionero, en el día de angustia.
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El que canta canciones al corazón afligido es como el que quita la ropa en tiempo de frío o el que echa vinagre sobre el jabón.