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Si tu enemigo tiene hambre dale de comer pan; y si tiene sed dale de beber agua;
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pues así carbones encendidos tú amontonas sobre su cabeza, y el SEÑOR te recompensará.
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El viento del norte trae la lluvia; y la lengua detractora el rostro airado.
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Mejor es vivir en un rincón de la azotea que compartir una casa con una mujer rencillosa.
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