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Como el agua refleja la cara, así el corazón del hombre refleja al hombre.
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El Seol y el Abadón nunca se sacian; así nunca se sacian los ojos del hombre.
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El crisol prueba la plata, la hornaza el oro; y al hombre, la boca del que lo alaba.
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Aunque machaques al insensato con el pisón de un mortero en medio del grano, no se apartará de su insensatez.
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Considera atentamente el estado de tu ganado; presta atención a tus rebaños.
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Porque las riquezas no duran para siempre ni se transmite una corona de generación en generación.
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Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y serán recogidas las plantas de las colinas.
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Los corderos proveerán para tu vestido, y los machos cabríos para el precio del campo.
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La abundancia de la leche de las cabras será para tu sustento y para el sustento de tu casa y de tus criadas.
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