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El que aparta su oído para no oír la ley, aun su oración es abominable.
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El que hace errar a los rectos por el mal camino, él caerá en su propia fosa; pero los íntegros heredarán el bien.
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El hombre rico es sabio en su propia opinión, pero el pobre que es inteligente lo escudriña.
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Cuando triunfan los justos grande es la gloria; pero cuando se levantan los impíos se esconden los hombres.
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El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia.
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Bienaventurado el hombre que siempre teme, pero el que endurece su corazón caerá en el mal.
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León rugiente y oso que embiste es el gobernante impío sobre el pueblo empobrecido.
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El gobernante falto de entendimiento aumenta la extorsión, pero el que aborrece las ganancias deshonestas alargará sus días.
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El hombre que carga con un delito de sangre huirá hasta la fosa y nadie lo detendrá.
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El que camina en integridad será salvo, pero el de caminos torcidos caerá en una fosa.
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El que cultiva su tierra se saciará de pan, pero el que persigue cosas vanas se saciará de pobreza.
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El hombre fiel tendrá muchas bendiciones, pero el que se apresura a enriquecerse no quedará impune.
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No es bueno hacer distinción de personas, pues un hombre puede delinquir hasta por un bocado de pan.
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El hombre de malas intenciones se apresura a enriquecerse, y no sabe que le ha de venir escasez.
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El que reprende al hombre hallará después mayor gracia que el que le lisonjea con la lengua.
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El que roba a su padre y a su madre, y dice que no es maldad, es compañero del destructor.
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El de ánimo altivo suscita contiendas, pero el que confía en el SEÑOR prosperará.
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El que confía en su propio corazón es un necio, pero el que camina en sabiduría estará a salvo.
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Al que da al pobre no le faltará, pero el que cierra ante él sus ojos tendrá muchas maldiciones.
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Cuando se levantan los impíos se ocultan los hombres; pero cuando perecen los justos se engrandecen.