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Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la iniciativa y la prudencia,
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y serán vida para tu alma y gracia para tu cuello.
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Entonces andarás confiadamente por tu camino y tu pie no tropezará.
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Cuando te acuestes no tendrás temor; más bien, te acostarás y tu sueño será dulce.
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No tendrás temor del espanto repentino ni de la ruina de los impíos, cuando llegue,
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