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No seas sabio en tu propia opinión: Teme al SEÑOR y apártate del mal,
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porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos.
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Honra al SEÑOR con tus riquezas y con las primicias de todos tus frutos.
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Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo.
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No deseches, hijo mío, la disciplina del SEÑOR ni te resientas por su reprensión;
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porque el SEÑOR disciplina al que ama, como el padre al hijo a quien quiere.
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