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Tres cosas hay que nunca se sacian, y la cuarta nunca dice: “¡Basta!”. El Seol, la matriz estéril, la tierra que no se sacia de agua y el fuego que jamás dice: “¡Basta!”.
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Al ojo que se burla de su padre y menosprecia el obedecer a su madre, sáquenlo los cuervos de la quebrada, y tráguenlo los polluelos del águila.
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Tres cosas me son misteriosas, y tampoco comprendo la cuarta:
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el rastro del águila en el aire, el rastro de la serpiente sobre la peña, el rastro del barco en el corazón del mar y el rastro del hombre en la joven.
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La mujer adúltera procede así: Come, limpia su boca y dice: “No he hecho ninguna iniquidad”.
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Por tres cosas tiembla la tierra, y la cuarta no puede soportar:
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por el esclavo cuando llega a ser rey; por el vil, cuando se sacia de pan;
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