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¡Oh, hijo mío! ¡Oh, hijo de mi vientre! ¡Oh, hijo de mis votos!
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No des a las mujeres tu fuerza ni tus caminos a las que destruyen a los reyes.
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No es cosa de reyes, oh Lemuel, no es cosa de reyes beber vino ni de los magistrados el licor.
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No sea que bebiendo olviden lo que se ha decretado y perviertan el derecho de todos los afligidos.
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Den licor al que va a perecer, y vino a los de ánimo amargado.
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Beban y olvídense de su necesidad, y no se acuerden más de su miseria.
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Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desafortunados.
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