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Escucha, hijo mío, y recibe mis dichos y se te multiplicarán años de vida.
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En el camino de la sabiduría te he instruido y por sendas de rectitud te he hecho andar.
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Cuando camines, tus pasos no hallarán impedimento; y si corres, no tropezarás.
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Aférrate a la disciplina y no la sueltes; consérvala, porque ella es tu vida.
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No entres en el sendero de los impíos ni pongas tu pie en el camino de los malos.
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Evítalo; no pases por él. Apártate de él; pasa de largo.
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Porque ellos no duermen si no han hecho mal; pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.
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Pues comen pan de impiedad y beben vino de violencia.
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Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que es pleno día.
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El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.
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Hijo mío, pon atención a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos.
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No se aparten de tus ojos; guárdalos en medio de tu corazón.
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Porque ellos son vida a los que los hallan y medicina para todo su cuerpo.
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Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida.