-
Escucha, hijo mío, y recibe mis dichos y se te multiplicarán años de vida.
-
En el camino de la sabiduría te he instruido y por sendas de rectitud te he hecho andar.
-
Cuando camines, tus pasos no hallarán impedimento; y si corres, no tropezarás.
-
Aférrate a la disciplina y no la sueltes; consérvala, porque ella es tu vida.
-
No entres en el sendero de los impíos ni pongas tu pie en el camino de los malos.
-
Evítalo; no pases por él. Apártate de él; pasa de largo.
-
Porque ellos no duermen si no han hecho mal; pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.
-
Pues comen pan de impiedad y beben vino de violencia.
-
Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que es pleno día.
-
El camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en qué tropiezan.
-
Hijo mío, pon atención a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos.
-
No se aparten de tus ojos; guárdalos en medio de tu corazón.
-
Porque ellos son vida a los que los hallan y medicina para todo su cuerpo.
-
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida.
-
Aparta de ti la perversidad de la boca y aleja de ti la falsedad de los labios.
-
Miren tus ojos lo que es recto y diríjase tu vista a lo que está frente a ti.
-
Considera la senda de tus pies y todos tus caminos sean correctos.
-
No te apartes ni a la izquierda ni a la derecha; aparta tu pie del mal.