-
Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo.
-
¿Se han de derramar afuera tus manantiales, tus corrientes de aguas por las calles?
-
¡Que sean para ti solo y no para los extraños contigo!
-
Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud,
-
como una preciosa cierva o una graciosa gacela. Sus pechos te satisfagan en todo tiempo y en su amor recréate siempre.
-
¿Por qué, hijo mío, andarás apasionado por una mujer ajena y abrazarás el seno de una extraña?
Continúa después de la publicidad