-
No considera el camino de la vida; sus sendas son inestables y ella no se da cuenta.
-
Ahora pues, hijos, óiganme y no se aparten de los dichos de mi boca.
-
Aleja de ella tu camino y no te acerques a la puerta de su casa,
-
no sea que des a otros tu honor y tus años a alguien que es cruel;
-
no sea que los extraños se sacien con tus fuerzas, y los frutos de tu trabajo vayan a dar a la casa de un desconocido.
-
Entonces gemirás al final de tu vida, cuando tu cuerpo y tu carne se hayan consumido.
Continúa después de la publicidad