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Hijo mío, si diste fianza por tu prójimo y estrechaste la mano con un extraño,
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te has enredado con tus palabras y has quedado atrapado con los dichos de tu boca.
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Ahora pues, haz esto, hijo mío, para quedar libre ya que has caído en las manos de tu prójimo: Anda, humíllate, importuna a tu prójimo;
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no des sueño a tus ojos ni dejes dormitar tus párpados.
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Escapa como el venado de mano del cazador, como ave de mano del que tiende la red.
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