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En seguida se va tras ella, como va el buey al matadero, como un cordero al que lo ata; va como un venado,
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hasta que una flecha le atraviesa el hígado; como el ave que se apresura a la red y no sabe que le costará la vida.
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Ahora pues, hijos, óiganme; presten atención a los dichos de mi boca.
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No se aparte tu corazón tras sus caminos, ni te descarríes por sus sendas.
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Porque a muchos ha hecho caer muertos; los que ella ha matado son innumerables.
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Su casa está en los caminos del Seol que descienden a las cámaras de la muerte.
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