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El que corrige al burlador se acarrea vergüenza, y el que reprende al impío se acarrea afrenta.
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No reprendas al burlador porque te aborrecerá; corrige al sabio y te amará.
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Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo y aumentará su saber.
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El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
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