Explicación, estudio y comentario bíblico de Romanos 1:8-21 verso por verso
Primeramente, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo con respecto a todos ustedes, porque su fe es proclamada en todo el mundo.
Porque Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, me es testigo de que sin cesar me acuerdo de ustedes siempre en mis oraciones
rogando que, si de alguna manera por la voluntad de Dios, por fin yo sea bien encaminado para ir a ustedes.
Porque deseo verles para compartir con ustedes algún don espiritual a fin de que sean afirmados.
Esto es, para ser animado juntamente con ustedes por la fe que nos es común a ustedes y a mí.
Pero no quiero, hermanos, que ignoren que muchas veces me he propuesto ir a ustedes (y hasta ahora he sido impedido) para tener algún fruto también entre ustedes así como entre las demás naciones.
Tanto a griegos como a bárbaros, tanto a sabios como a ignorantes soy deudor.
Así que, en cuanto a mí, pronto estoy para anunciarles el evangelio también a ustedes que están en Roma.
Porque no me avergüenzo del evangelio pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primero y también al griego.
Porque en él la justicia de Dios se revela por fe y para fe como está escrito: Pero el justo vivirá por la fe.
Pues la ira de Dios se manifiesta desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que con injusticia detienen la verdad.
Porque lo que de Dios se conoce es evidente entre ellos pues Dios hizo que fuese evidente.
Porque lo invisible de él — su eterno poder y deidad — se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa.
Porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias; más bien, se hicieron vanos en sus razonamientos, y su insensato corazón fue entenebrecido.