Explicación, estudio y comentario bíblico de Romanos 15:10-45 verso por verso
Y otra vez dice: Alégrense, naciones, con su pueblo.
Y otra vez: Alaben al Señor, todas las naciones; y ensálcenle, pueblos todos.
Y otra vez dice Isaías: Vendrá la raíz de Isaí, y el que se levantará para gobernar a las naciones; y las naciones esperarán en él.
Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Pero yo mismo estoy persuadido de ustedes, hermanos míos, que ustedes también están colmados de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que pueden aconsejarse los unos a los otros.
Pero con bastante atrevimiento les he escrito para recordarles ciertos asuntos. Esto hago a causa de la gracia que me ha sido dada por Dios
para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ejerciendo el servicio sagrado del evangelio de Dios; y esto, con el fin de que la ofrenda de los gentiles sea bien recibida, santificada por el Espíritu Santo.
Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en las cosas que se refieren a Dios.
Porque no me atrevería a hablar de nada que Cristo no haya hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, por palabra y obra,
con poder de señales y prodigios, con el poder del Espíritu de Dios; de modo que desde Jerusalén hasta los alrededores del Ilírico lo he llenado todo con el evangelio de Cristo.
De esta manera he procurado predicar el evangelio donde Cristo no era nombrado para no edificar sobre fundamento ajeno
sino, como está escrito: Verán aquellos a quienes nunca se les anunció acerca de él, y los que no han oído entenderán.
Por esta razón, he sido impedido muchas veces de ir a ustedes;
pero ahora, no teniendo más lugar en estas regiones y teniendo desde hace muchos años el gran deseo de ir a ustedes,
lo haré cuando viaje para España. Porque espero verlos al pasar y ser encaminado por ustedes allá, una vez que en algo me haya gozado con ustedes.
Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos.
Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén.
Pues les pareció bien, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, ellos también deben servirles con sus bienes materiales.
Así que, cuando haya concluido esto y les haya entregado oficialmente este fruto, pasaré por ustedes a España.
Y sé que cuando vaya a ustedes llegaré con la abundancia de la bendición de Cristo.
Pero les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que luchen conmigo en oración por mí delante de Dios
para que yo sea librado de los desobedientes que están en Judea, y que mi servicio a Jerusalén sea del agrado de los santos
para que, al llegar a ustedes con gozo por la voluntad de Dios, encuentre descanso junto con ustedes.
Y el Dios de paz sea con todos ustedes. Amén.