Explicación, estudio y comentario bíblico de Romanos 16:6-45 verso por verso
Saluden a María, quien ha trabajado arduamente entre ustedes.
Saluden a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisiones, quienes son muy estimados por los apóstoles y también fueron antes de mí en Cristo.
Saluden a Amplias, amado mío en el Señor.
Saluden a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y a Estaquis, amado mío.
Saluden a Apeles, aprobado en Cristo. Saluden a los de la casa de Aristóbulo.
Saluden a Herodión, mi pariente. Saluden a los de la casa de Narciso, los cuales están en el Señor.
Saluden a Trifena y a Trifosa, las cuales han trabajado arduamente en el Señor. Saluden a la amada Pérsida, quien ha trabajado mucho en el Señor.
Saluden a Rufo, el escogido en el Señor y a su madre, que también es la mía.
Saluden a Asíncrito, a Flegonte, a Hermas, a Patrobas, a Hermes y a los hermanos que están con ellos.
Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a la hermana de él, a Olimpas y a todos los santos que están con ellos.
Salúdense unos a otros con un beso santo. Les saludan todas las iglesias de Cristo.
Pero les ruego, hermanos, que se fijen en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que han aprendido, y que se aparten de ellos.
Porque tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor sino a sus propios estómagos, y con suaves palabras y lisonjas engañan a los corazones de los ingenuos.
Porque la obediencia de ustedes ha llegado a ser conocida de todos de modo que me gozo a causa de ustedes; pero quiero que sean sabios para el bien e inocentes para el mal.
Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás debajo de los pies de ustedes. La gracia de nuestro Señor Jesús sea con ustedes.
Les saludan Timoteo, mi colaborador, y Lucio, Jasón y Sosípater, mis parientes.
Yo Tercio, que he escrito la epístola, les saludo en el Señor.
Les saluda Gayo, hospedador mío y de toda la iglesia. Les saludan Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.
Y al que puede hacerles firmes — según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, y según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos
pero que ha sido manifestado ahora y que, por medio de las Escrituras proféticas y según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para la obediencia de la fe — ,
al único sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén.