Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo de los impíos ni se detiene en el camino de los pecadores ni se sienta en la silla de los burladores.
Más bien, en la ley del SEÑOR está su delicia, y en ella medita de día y de noche.
Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae. Todo lo que hace prosperará.
No sucede así con los impíos, que son como el tamo que arrebata el viento.
Por tanto, no se levantarán los impíos en el juicio ni los pecadores en la congregación de los justos.
Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos perecerá.
Job 42
Salmo 2
Continúa después de la publicidad