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Con arrogancia el impío persigue al pobre. ¡Sean atrapados en los artificios que han maquinado!
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Porque el impío se gloría del apetito de su alma, y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR.
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El impío, por la altivez de su rostro, no le busca; no está Dios en ninguno de sus pensamientos.
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