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Pone emboscadas a las aldeas; en los escondrijos mata a los inocentes; sus ojos vigilan a los desdichados.
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Acecha desde un escondite, como el león desde la espesura. Acecha para arrebatar al pobre; arrebata al pobre atrayéndolo a su red.
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Se agacha, lo aplasta; y en sus fuertes garras caen los desdichados.
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Dice en su corazón: “Dios se ha olvidado. Ha ocultado su rostro; nunca lo verá”.
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¡Levántate, oh SEÑOR Dios; alza tu mano! No te olvides de los pobres.
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¿Por qué desprecia el impío a Dios? En su corazón piensa que tú no lo llamarás a cuenta.
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