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Oración de un afligido, cuando desmaya y derrama su lamento delante del SEÑOR. Oh SEÑOR, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor.
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No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído. En el día en que te invoque apresúrate a responderme.
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Porque mis días se han disipado como humo; mis huesos arden como un brasero.
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Mi corazón ha sido herido y se ha secado como la hierba por lo cual me olvidé de comer mi pan.
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Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
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Soy semejante al búho del desierto; soy como la lechuza de los sequedales.
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