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mis días son como la sombra que se va. Me he secado como la hierba.
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Pero tú, oh SEÑOR, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación.
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Levántate, ten misericordia de Sion porque ha llegado el tiempo de tener compasión de ella.
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Tus siervos aman sus piedras, y de su polvo tienen compasión.
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Entonces las naciones temerán el nombre del SEÑOR y todos los reyes de la tierra temerán tu gloria.
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Por cuanto el SEÑOR habrá edificado a Sion, será visto en su gloria.
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Habrá considerado la oración de los despojados, y no habrá desechado el ruego de ellos.
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Sea escrito esto para la generación venidera, y un pueblo que será creado alabará al SEÑOR.
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Porque miró desde lo alto de su santuario, el SEÑOR miró desde los cielos a la tierra,
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para oír el gemido de los presos, para librar a los sentenciados a muerte,
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para contar en Sion del nombre del SEÑOR y de su alabanza en Jerusalén
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cuando los pueblos y reinos se congreguen en uno para servir al SEÑOR.
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Debilitó mi fuerza en el camino y acortó mis días.
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Dije: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días. ¡Tus años duran por generación y generación!