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Porque miró desde lo alto de su santuario, el SEÑOR miró desde los cielos a la tierra,
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para oír el gemido de los presos, para librar a los sentenciados a muerte,
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para contar en Sion del nombre del SEÑOR y de su alabanza en Jerusalén
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cuando los pueblos y reinos se congreguen en uno para servir al SEÑOR.
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Debilitó mi fuerza en el camino y acortó mis días.
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Dije: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días. ¡Tus años duran por generación y generación!
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Tú fundaste la tierra en la antigüedad; los cielos son obra de tus manos.
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Ellos perecerán pero tú permanecerás. Todos ellos se envejecerán como un vestido; como a ropa los cambiarás, y pasarán.
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