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Dije: “Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días. ¡Tus años duran por generación y generación!
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Tú fundaste la tierra en la antigüedad; los cielos son obra de tus manos.
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Ellos perecerán pero tú permanecerás. Todos ellos se envejecerán como un vestido; como a ropa los cambiarás, y pasarán.
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Pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán.
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Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia estará firme delante de ti”.
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