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¡Cuán numerosas son tus obras, oh SEÑOR! A todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas.
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Este es el mar grande y ancho, en el cual hay peces sin número, animales grandes y pequeños.
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Sobre él van los navíos; allí está el Leviatán que hiciste para que jugase en él.
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Todos ellos esperan en ti para que les des su comida a su tiempo.
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Tú les das, y ellos recogen; abres tu mano, y se sacian del bien.
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Escondes tu rostro, y se desvanecen; les quitas el aliento, y dejan de ser. Así vuelven a ser polvo.
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Envías tu hálito, y son creados; y renuevas la superficie de la tierra.
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¡Sea la gloria del SEÑOR para siempre! Alégrese el SEÑOR en sus obras.
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Él mira la tierra, y ella tiembla; toca las montañas, y humean.
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Cantaré al SEÑOR en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva.
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Que mi meditación le sea grata y que yo me alegre en el SEÑOR.
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Sean exterminados de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. ¡Bendice, oh alma mía, al SEÑOR! ¡Aleluya!