-
Tú les das, y ellos recogen; abres tu mano, y se sacian del bien.
-
Escondes tu rostro, y se desvanecen; les quitas el aliento, y dejan de ser. Así vuelven a ser polvo.
-
Envías tu hálito, y son creados; y renuevas la superficie de la tierra.
Continúa después de la publicidad