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¡Alaben al SEÑOR, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!
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Díganlo los redimidos del SEÑOR, los que ha redimido del poder del enemigo
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y los que ha congregado de las tierras del oriente y del occidente, del norte y del sur.
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Perdidos anduvieron por el desierto, en el sequedal; no hallaron camino hacia una ciudad habitada.
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Estaban hambrientos y sedientos; sus almas desfallecían en ellos.
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Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, él los libró de sus aflicciones.
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Los dirigió por camino derecho para que fuesen a una ciudad en que habitar.
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¡Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!
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Porque él sacia al alma sedienta y llena de bien al alma hambrienta.
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Habitaban en tinieblas y en densa oscuridad, aprisionados en la miseria y en cadenas de hierro,
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porque fueron rebeldes a las palabras del SEÑOR y aborrecieron el consejo del Altísimo.
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Por eso sometió el corazón de ellos con dura labor; cayeron, y no hubo quien les ayudase.
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Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, él los libró de sus aflicciones.
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Los sacó de las tinieblas, de la densa oscuridad, y rompió sus cadenas.
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¡Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!
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Porque rompió las puertas de bronce y desmenuzó los cerrojos de hierro.
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Fueron afligidos los insensatos a causa de su camino rebelde y a causa de sus maldades.
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Su alma abominó toda comida, y llegaron hasta las puertas de la muerte.
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Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, él los libró de sus aflicciones.
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Envió su palabra y los sanó; los libró de su ruina.
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¡Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!
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Ofrezcan sacrificios de acción de gracias y proclamen sus obras con júbilo.
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Los que descienden al mar en los barcos y hacen negocios en los océanos,
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ellos han visto las obras del SEÑOR y sus maravillas en lo profundo del mar.
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Él habló y desató el viento de la tempestad, e hizo que se elevaran sus olas.
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Subieron los cielos, descendieron los abismos; su alma se derretía con el daño.
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Se tambalearon y temblaron como un borracho, y toda su sabiduría se echó a perder.
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Pero cuando en su angustia clamaron al SEÑOR, él los libró de sus aflicciones.
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Él trae calma a la tempestad, y se apaciguan sus olas.
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Entonces se alegran porque ellas se aquietan, y él los guía al puerto que desean.
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¡Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos del hombre!
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Exáltenlo en la congregación del pueblo y alábenlo en la reunión de los ancianos.
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Él convierte los ríos en desierto y las fuentes de aguas en tierra sedienta.
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Convierte las tierras fértiles en salobres por la maldad de los que las habitan.
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Convierte el desierto en estanques de agua y la tierra seca en manantiales.
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Allí establece a los hambrientos y fundan una ciudad en que habitar.
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Siembran campos, plantan viñas y logran abundante fruto.
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Los bendice, y se multiplican en gran manera; y no deja que disminuya su ganado.
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Cuando son reducidos en número y menoscabados a causa de la opresión, de la calamidad y de la congoja,
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derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errantes, vagabundos, sin camino.
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Y levanta de la miseria al necesitado y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.
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Véanlo los rectos y alégrense; pero toda maldad cierre la boca.
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Quien sea sabio y guarde estas cosas entenderá los hechos misericordiosos del SEÑOR.