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Clemente y justo es el SEÑOR; sí, misericordioso es nuestro Dios.
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El SEÑOR guarda a los ingenuos; estaba yo postrado, y él me salvó.
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Vuelve, oh alma mía, a tu reposo porque el SEÑOR te ha favorecido.
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Porque tú has librado mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
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Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
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Creí; por tanto, hablé estando afligido en gran manera.
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Y dije en mi apresuramiento: “Todo hombre es mentiroso”.
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