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Digan, por favor, los que temen al SEÑOR: “¡Para siempre es su misericordia!”.
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Al SEÑOR invoqué desde la angustia, y el SEÑOR me respondió poniéndome en lugar espacioso.
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El SEÑOR está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
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El SEÑOR está conmigo, con los que me ayudan. Por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.
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