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Maravillosos son tus testimonios; por eso los guarda mi alma.
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La exposición de tu palabra alumbra; hace entender a los ingenuos.
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Mi boca abrí y suspiré porque anhelaba tus mandamientos.
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Vuélvete a mí y ten misericordia de mí como acostumbras con los que aman tu nombre.
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Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
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Rescátame de la violencia de los hombres y guardaré tus mandamientos.
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Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo y enséñame tus leyes.
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Ríos de agua corren de mis ojos porque ellos no guardan tu ley.
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Justo eres tú, oh SEÑOR, y rectos son tus juicios.
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Has ordenado tus testimonios en justicia y en completa fidelidad.
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Mi celo me ha consumido porque mis enemigos olvidan tus palabras.
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Sumamente pura es tu palabra; tu siervo la ama.
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Aunque soy pequeño y despreciado, no me he olvidado de tus ordenanzas.
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Tu justicia es justicia eterna, y tu ley es la verdad.
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Aflicción y angustia me han alcanzado pero tus mandamientos han sido mi delicia.
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Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento para que viva.