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Venga tu mano a socorrerme porque tus ordenanzas he escogido.
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Anhelo tu salvación, oh SEÑOR, y tu ley es mi delicia.
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¡Que viva mi alma y te alabe, y que tus juicios me ayuden!
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He andado errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos.
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