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Al músico principal. Sobre Seminit. Salmo de David. Salva, oh SEÑOR, porque se han acabado los piadosos. Han desaparecido los fieles de entre los hijos del hombre.
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Cada uno habla falsedad con su prójimo, con labios lisonjeros; hablan con doblez de corazón.
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El SEÑOR destruirá todos los labios lisonjeros, la lengua que habla grandezas.
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Dijeron: “Por nuestra lengua prevaleceremos. Si nuestros labios están a nuestro favor, ¿quién más se hará nuestro señor?”.
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Dice el SEÑOR: “Por la opresión de los pobres, por el gemido de los necesitados me levantaré ahora. Los pondré a salvo del que se ensaña contra ellos”.
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Las palabras del SEÑOR son palabras puras como plata purificada en horno de tierra, siete veces refinada.
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Tú, oh SEÑOR, los guardarás. Guárdalos para siempre de esta generación.
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Los impíos andan alrededor, pero tú desprecias a los hijos del hombre.
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