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He aquí, en Efrata oímos de ella, y la encontramos en los campos de Yaar:
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“Entremos en su tabernáculo; postrémonos ante el estrado de sus pies”.
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Levántate, oh SEÑOR; ven al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.
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Tus sacerdotes sean revestidos de justicia, y tus fieles canten de júbilo.
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Por causa de tu siervo David, no rechaces el rostro de tu ungido.
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Con verdad juró el SEÑOR a David, y no se apartará de ello: “Del fruto de tu cuerpo pondré sobre tu trono.
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