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Levántate, oh SEÑOR; ven al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.
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Tus sacerdotes sean revestidos de justicia, y tus fieles canten de júbilo.
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Por causa de tu siervo David, no rechaces el rostro de tu ungido.
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Con verdad juró el SEÑOR a David, y no se apartará de ello: “Del fruto de tu cuerpo pondré sobre tu trono.
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Si tus hijos guardan mi pacto y este testimonio que yo les enseño, sus hijos también se sentarán en tu trono para siempre”.
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Porque el SEÑOR ha elegido a Sion y la ha deseado como morada suya:
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“Este es mi lugar de reposo para siempre. Aquí habitaré porque lo he deseado.
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