Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sion.
Sobre los sauces en medio de ella colgábamos nuestras liras.
Los que allá nos habían llevado cautivos nos pedían cantares; los que nos habían hecho llorar nos pedían alegría, diciendo: “Cántennos algunos de los cánticos de Sion”.
¿Cómo cantaremos las canciones del SEÑOR en tierra de extraños?
Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza.
Mi lengua se pegue a mi paladar si no me acuerdo de ti, si no ensalzo a Jerusalén como principal motivo de mi alegría.
Acuérdate, oh SEÑOR, de los hijos de Edom que en el día de Jerusalén decían: “¡Arrásenla! ¡Arrásenla hasta los cimientos!”.
Oh hija de Babilonia, la despojadora: ¡Bienaventurado el que te dé la paga por lo que tú nos hiciste!
¡Bienaventurado el que tome a tus pequeños y los estrelle contra la roca!
Salmo 136
Salmo 138
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