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Si subo a los cielos, allí estás tú; si en el Seol hago mi cama, allí tú estás.
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Si tomo las alas del alba y habito en el extremo del mar,
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aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.
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Si digo: “Ciertamente, las tinieblas me encubrirán y se hará noche la luz que me rodea”,
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aun las tinieblas no encubren de ti y la noche resplandece como el día. Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
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Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre.
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