-
Como cuando se ara y se rompe la tierra, así son esparcidos nuestros huesos en la boca del Seol.
-
Por eso, oh SEÑOR Dios, hacia ti miran mis ojos. En ti me refugio; no expongas mi vida.
-
Guárdame de los lazos que me han tendido, y de las trampas de los que obran iniquidad.
-
Caigan juntos los impíos en sus propias redes mientras yo paso a salvo.
Continúa después de la publicidad