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Salmo de David. Oh SEÑOR, escucha mi oración; atiende mis ruegos. Respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia.
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No entres en juicio con tu siervo porque no se justificará delante de ti ningún viviente.
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Porque el enemigo ha perseguido mi alma; ha postrado en tierra mi vida, me ha hecho habitar en lugares tenebrosos como los muertos de antaño.
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Mi espíritu desmaya dentro de mí; mi corazón queda asombrado.
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Me acuerdo de los días de antaño, medito en todos tus hechos y reflexiono en las obras de tus manos.
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Extiendo mis manos hacia ti; mi alma te anhela como la tierra sedienta. Selah
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