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Salmo de David. Bendito sea el SEÑOR, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra.
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Misericordia mía y castillo mío; mi refugio y mi libertador; mi escudo en quien he confiado; el que sujeta los pueblos debajo de mí.
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Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que pienses en él? ¿Qué es el hijo del hombre para que lo estimes?
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El hombre es semejante a un soplo; sus días son como la sombra que pasa.
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