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El hombre es semejante a un soplo; sus días son como la sombra que pasa.
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Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca las montañas y humeen.
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Despide relámpagos y dispérsalos; envía flechas y túrbalos.
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Extiende tu mano desde lo alto, rescátame y líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los hombres extranjeros
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cuya boca habla vanidad y cuya derecha es mano de mentira.
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