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Oh SEÑOR, porción de mi herencia, y mi copa, ¡tú sustentas mi destino!
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Los linderos me han tocado en lugar placentero; es hermosa la heredad que me ha tocado.
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Bendeciré al SEÑOR, que me aconseja; aun en las noches me corrige mi conciencia.
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Al SEÑOR he puesto siempre delante de mí; porque está a mi mano derecha no seré movido.
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Por tanto, se alegró mi corazón y se gozó mi lengua. También mi cuerpo descansará en seguridad.
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