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¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Hazle frente! ¡Somételo! Con tu espada libra mi alma de los impíos.
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Oh SEÑOR, líbrame con tu mano de los hombres, de los hombres de este mundo cuya parte está en esta vida; cuyos vientres llenas con tus tesoros, cuyos hijos se sacian y aun dejan para sus pequeños.
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En cuanto a mí, en justicia veré tu rostro; quedaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
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