-
de la vista de los impíos que me oprimen, y de mis enemigos mortales que me rodean.
-
Ellos están protegidos con su propio sebo; con su boca hablan con soberbia.
-
Han rodeado nuestros pasos; sobre nosotros ponen sus ojos para echarnos por tierra.
-
Se parecen al león que anhela la presa, o al cachorro de león que se agacha en secreto.
-
¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Hazle frente! ¡Somételo! Con tu espada libra mi alma de los impíos.
-
Oh SEÑOR, líbrame con tu mano de los hombres, de los hombres de este mundo cuya parte está en esta vida; cuyos vientres llenas con tus tesoros, cuyos hijos se sacian y aun dejan para sus pequeños.
-
En cuanto a mí, en justicia veré tu rostro; quedaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
Continúa después de la publicidad