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Dios es el que me ciñe de vigor y hace perfecto mi camino.
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Hace que mis pies sean ágiles como los del venado, y me mantiene firme sobre mis alturas.
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Adiestra mis manos para la batalla; así mis brazos pueden tensar el arco de bronce.
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Me has dado el escudo de tu salvación; tu mano derecha me ha sustentado, y tu condescendencia me ha engrandecido.
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Tú has ensanchado mis pasos debajo de mí para que no tiemblen mis tobillos.
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