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Adiestra mis manos para la batalla; así mis brazos pueden tensar el arco de bronce.
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Me has dado el escudo de tu salvación; tu mano derecha me ha sustentado, y tu condescendencia me ha engrandecido.
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Tú has ensanchado mis pasos debajo de mí para que no tiemblen mis tobillos.
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Perseguí a mis enemigos y los alcancé; no volví sino hasta acabarlos.
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Los golpeé, y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies.
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Me ceñiste de poder para la batalla; doblegaste a mis enemigos debajo de mí.
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Hiciste que mis enemigos me dieran las espaldas, y destruí a los que me aborrecían.
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