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Me rodearon los dolores de la muerte, y los torrentes de la perversidad me atemorizaron.
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Me rodearon las ligaduras del Seol; me confrontaron los lazos de la muerte.
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En mi angustia invoqué al SEÑOR y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
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La tierra se estremeció y tembló; se conmovieron los cimientos de las montañas. Se estremecieron porque él se airó.
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Humo subió de su nariz; de su boca salió fuego consumidor, y carbones encendidos saltaban de él.
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Inclinó los cielos y descendió; una densa oscuridad había debajo de sus pies.
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Cabalgó sobre un querubín y voló; se remontó sobre las alas del viento.
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