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¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos traman cosas vanas?
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Se presentan los reyes de la tierra, y los gobernantes consultan unidos contra el SEÑOR y su ungido, diciendo:
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“¡Rompamos sus ataduras! ¡Echemos de nosotros sus cuerdas!”.
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El que habita en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.
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Entonces les hablará en su ira y los turbará en su furor:
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“¡Yo he instalado a mi rey en Sion, mi monte santo!”.
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Yo declararé el decreto: el SEÑOR me ha dicho: “Tú eres mi hijo; yo te engendré hoy.
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Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra.
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Tú los quebrantarás con vara de hierro; como a vasija de alfarero los desmenuzarás”.
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Y ahora, oh reyes, sean sabios; acepten la corrección, oh gobernantes de la tierra.
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Sirvan al SEÑOR con temor y alégrense con temblor.
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Besen al hijo, no sea que se enoje y pierdan el camino; pues se enciende de pronto su ira. ¡Bienaventurados todos los que en él se refugian!
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